jueves, marzo 28, 2024

Ante el desastre y la muerte, la solidaridad (reporte especial)

Ciudad de México. El sismo que sacudió a la Ciudad de México dejó cientos de edificios dañados, casi trescientos fallecidos y miles de damnificados, pero también dejó ver la gran solidaridad del pueblo mexicano, que se desbordó a las calles para prestar ayuda a quien lo necesitara.

Cerca del mediodía de este 19 de septiembre, un sismo de 7.1 grados cimbró el territorio de la Ciudad de México, Estado de México, Puebla y Morelos, justo el día que la capital del país conmemoraba el terremoto de 1985.

Recuerdo de 1985

El terremoto del martes hizo que en la Ciudad de México se revivieran las imágenes de 1985: edificios colapsados, derrumbes y polvareda, especialmente en la zona centro, en la colonia Roma y en la Condesa, donde varios edificios colapsaron con personas adentro.

El edificio ubicado en la esquina de Medellín y San Luis Potosí, ubicado en el número 286 de la calle Álvaro Obregón, fue donde quedó atrapado el guanajuatense Jesús Emmanuel, junto a más personas sepultadas en los escombros de las oficinas.

En minutos, otros edificios de al menos seis pisos quedaron reducidos a un montón de concreto, cables, varillas, ante el terror e incertidumbre de quienes viven y trabajan en la colonia.

En el Colegio Enrique Rébsamen, al sur de la ciudad, la escena fue igualmente escalofriante: la escuela se desplomó con estudiantes en el interior, donde al menos 25 pequeños murieron.

El ejemplo de la sociedad civil

Aún sin reponerse del horror inicial, y en menos de dos horas, la sociedad civil se volcó a las calles: miles de hombres, mujeres, jóvenes, niños y personas de la tercera edad unieron sus fuerzas con las corporaciones de rescate para sacar cuerpos y personas con vida de los escombros.

Esta unión se replicó en todo el país, donde se organizaron centros de acopio para llevar ayuda a las zonas afectadas.

Soldados, marinos, policías, bomberos, rescatistas, doctores y enfermeras trabajaron en los más de 40 edificios derrumbados, hombro con hombro, hasta el límite de sus fuerzas, para rescatar a sus vecinos y amigos.

Había quien entregaba comida y agua a voluntarios y rescatistas, otros cargaban botes para retirar escombros, algunos llevaban vigas de madera para sostener la ya frágil estructura de los edificios y evitar que colapsaran con los brigadistas en el interior, otros, simplemente abrieron las puertas de sus casas, cocheras y negocios para quien quisiera usar el baño o cargar sus celulares.

Un gran papel fue el desempeñado por los perros entrenados para detectar personas con vida. Los canes y sus manejadores trabajaron arduamente para lograr el rescate de los atrapados.

El puño de la esperanza

Los rescatistas levantaban los puños en señal de guardar silencio para escuchar a las víctimas atrapadas, señal que se convirtió en el símbolo de la esperanza. Cada retiro de una pieza de concreto o viga, era un paso más que acercaba al rescate de las víctimas.

Personas deseosas de ayudar se desplegaban por cuadras enteras: herreros, carpinteros, albañiles, médicos, enfermeras, traductores; todos querían ayudar. Dos preguntas colmaban el ambiente: “¿en qué ayudo?” “¿Que se necesita?”.

No faltó quienes utilizaran la tragedia para sacar provecho. En las colonias Roma y Condesa prohibieron la entrada a voluntarios con mochila debido a que hubo quien robó herramienta; en Xochimilco, personas salieron a las calles a interceptar la ayuda que iba a San Gregorio, arguyendo que eran damnificados; por fortuna, los oportunistas sin escrúpulos fueron los menos.

Muchos damnificados y personas que ayudaron siguen durmiendo en tiendas de campaña, así como familiares que siguen a la espera de alguna noticia sobre sus parientes desaparecidos.

Cada una de las personas tenía una historia que contar. El terremoto de este 19 de Septiembre  demostró que ningún temblor es más fuerte que la unión del pueblo mexicano.

La ayuda guanajuatense

Decenas de rescatistas guanajuatenses viajaron a los estados golpeados por el sismo. En la Ciudad de México, un grupo de bomberos de Silao rescató a decenas de personas de entre los escombros con ayuda del perro Titán, quien detectó 26 lugares donde se logró sacar a las víctimas de entre los escombros.

Cuadrillas de rescate minero y la unidad de búsqueda y rescate del Estado de Guanajuato, también colaboró en los trabajos.

Protección Civil y la Policía Canina de Guanajuato Capital, acudió a Puebla para la coordinación y apoyo en las labores de rescate.

Últimas Noticias