jueves, marzo 28, 2024

Candil de la Calle

 

La detención de Naasón Joaquín García en Estados Unidos por graves acusaciones de abusos sexuales que le valieron el calificativo de “enfermo” por parte del fiscal que presentó los cargos en su contra, ha exhibido al líder religioso de la Luz del Mundo más bien como un ser de oscuridad al interior de la comunidad que encabeza.

Como se sabe, en Silao hay una comunidad de Luz del Mundo y uno de sus edificios más llamativos, ésta la principal característica arquitectónica de los inmuebles erigidos por esta iglesia en México y en otras partes del mundo.

No se olvida que en el contexto de la visita del Papa Benedicto XVI a Guanajuato y la misa multitudinaria que ofició en las instalaciones del Parque Bicentenario, los jerarcas de Luz del Mundo convocaron a cientos de peregrinos a su sede de Silao y organizaron un encuentro, en franca rivalidad con el evento católico al que se volcó la clase política estatal y nacional, por cierto.

Una clase política que ha sabido al paso de los años ser camaleónica y adaptarse a la “descatolización” del país, y acercarse y promoverse en otras iglesias y religiones.

El que se mueve no sale en la foto, dijo el mítico líder cetemista Fidel Velázquez y eso ha sido aplicado por políticos de todo el país que hacen campañas apoyados tanto por militancia como por algunos líderes religiosos, que pueden tener o no motivos de genuina representación social o de entronización al poder público, sin generalizar en uno y otro.

Así, ha impactado a nivel local la captura de Naasón Joaquín, lo mismo que los motivos. Y también conocer la defensa a ultranza que algunos de esos políticos que hasta homenaje-fiesta de cumpleaños le organizaron y reconocimiento legislativo le entregaron, como es el caso de Emmanuel Reyes Carmona, el ex perredista villagranense que jura que el detenido es todo lo contrario de lo que alega el fiscal acusador en EU.

Eso sí, la acusación de los delitos sexuales en contra del heredero de los fundadores de Luz del Mundo reavivó –también como ocurre cada tanto que salen a la luz actos similares- la indignación y la discusión que suele generarse cuando un ministro, sacerdote, obispo o cabeza de una iglesia o secta es evidenciado por utilizar esa investidura, ese liderazgo eminentemente espiritual, para profanar los cuerpos de niñas, niños, hombres y mujeres que los siguen, creen en la palabra que pregonan y en la ascendencia divina que además suelen también presumir y utilizar para, literalmente, cometer abusos en el nombre de un dios.

Nada menos, el obispo de Celaya Benjamín Castillo Plascencia se ha referido justo al tema de Luz del Mundo para calificar de injusto que “se juzgue a la institución por la falla de unos cuantos”.

Castillo reconoció efectivamente el daño que hace a una comunidad de creyentes la conducta indebida –o delictiva- de un líder o ministro. Pero comparó el impacto que se tiene con lo que ocurre cuando un político, funcionario o gobernante incurre en ilícitos, “no por eso decimos todos”.

En Guanajuato son varios los casos de ministros de la iglesia católica acusados, procesados y sentenciados por delitos sexuales. El más reciente es el ex vocero de la arquidiócesis de León Jorge Raúl Villegas, descubierto luego en Irapuato donde fue protegido para continuar como sacerdote y orientador espiritual en una escuela, a pesar de haber sido suspendido de estas funciones.

Pero no es el único. José Luis de María y Campos fue sentenciado por delitos sexuales en León luego de dos denuncias mientras era párroco en Santa María de Cementos, y Laurencio Pérez Mejía, quien oficiaba en San Luis Rey de San Miguel de Allende, fue igualmente sentenciado por pederastia (ambos).

En estos dos casos, gracias a la poderosa y larga mano del entonces obispo José Guadalupe Martín Rábago, la justicia fue particularmente benévola con penas que no rebasaron los 5 años, y un gobernador (Juan Manuel Oliva) con su manga ancha y su ética corta indultó a De María y Campos para que saliera libre antes de purgar toda su condena.

Habría que pensar largamente si delinquir con dinero público, programas sociales o tráfico de influencias se puede comparar con ejercer un liderazgo desde la fe de las personas, sus creencias más íntimas y espirituales, ser ejemplos a seguir y desde ahí, cometer uno de los delitos más atroces y destructivos de la persona: el abuso sexual en cualquiera de sus formas.

 

 

 

 

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