Uno pensaría que recaudar mil 400 millones de pesos en Silao por concepto de predial sería motivo de fiesta en la administración municipal. Y lo fue. Solo que el festejo se lo echaron ellos solitos, porque a la ciudadanía… ni las gracias.
¿Y la obra pública? Bien, gracias. Apenas 200 millones designados —¡sí, leyeron bien!—, que representan un raquítico 14% del total recaudado solamente del impuesto predial.
¿Y los otros mil 200 millones? Nadie sabe, nadie supo. A lo mejor se fueron en “eventos culturales”, en desayunitos, en asesorías de amigos y, por qué no, en viáticos para viajes que nadie pidió pero todos pagamos.
Lo más insultante no es solo el cinismo de asignar migajas a las colonias donde falta pavimento, drenaje y luz, sino que encima los regidores de oposición —esos que juran ser diferentes— terminaron apapachando a la presidenta como si fueran parte del gabinete. ¿Acuerdo bajo la mesa? ¿Complicidad por conveniencia?
Uno, que ha estado del otro lado del escritorio, sabe que el presupuesto es un espejo: refleja las verdaderas prioridades de quien gobierna. Y aquí la prioridad está clarita: ellos. Mientras tanto, los silaoenses siguen esquivando baches que parecen cráteres lunares y caminando por calles oscuras como boca de lobo.
¡Qué bonito es Silao cuando se gobierna desde el ego y no desde el servicio! Porque, claro, invertir en la gente no da aplausos en las reuniones de gabinete. ¿Y para qué gastar en calles si pueden gastar en autopromoción?
Así que sí, recaudaron 1,400 millones. Pero invirtieron como si apenas les alcanzara para cubrir la nómina. Bienvenidos a Silao: el municipio donde la aritmética política siempre da negativo… para el pueblo.
