¡La contienda por la dirigencia estatal del PRI se puso al rojo vivo! A pesar de la manita de puerco que el presidente nacional tricolor Alejandro Moreno les quiso aplicar a los alcaldes priistas para que apoyaran a la fórmula integrada por la potosina Ruth Tiscareño y el santiagomaravatillense David Mercado, 6 de 11 alcaldes no se doblaron.
Los presidentes municipales que se mantienen leales al equipo Alejandro Arias (verdadero poder detrás del trono en la actual dirigencia estatal) son: Oswaldo Ponce, de Romita; Moy Maldonado, de Tarimoro; Katia Pineda de Tarandacuao; Rocío Cervantes, de Abasolo; y el converso, Juan Lara, del huachicolero municipio de Villagrán.
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Pero Mauricio Trejo de San Miguel de Allende, Gerardo Sánchez de San Luis de la Paz, Luis Alberto Mondragón de Jerécuaro, Tacho Rosiles de Uriangato, Erick Montemayor de Ocampo; y Mauricio Arce de Cuerámaro, se mantienen en pie de lucha. Todos ellos, en mayor o menor grado, no están de acuerdo con la continuidad de la actual dirigencia estatal por sus excesos, sectarismo y derroches. Veremos si resisten la presión-cooptación de la que sin duda serán objeto en los próximos días.
Por lo pronto, la zanahoria de la reelección, que Ruth y Arias trataron de usar para jalar a su causa a varios alcaldes, no está funcionando por la más elemental de las razones. Muchos de ellos ya se reeligieron y no tienen muchas posibilidades de alcanzar curules como diputados debido a los pobres resultados que obtuvo el PRI en el pasado proceso electoral. Máxime que las diputaciones plurinominales, como ocurrió recientemente, serán acaparadas por los mismos dirigentes tricolores.
Aunque Alejandro Moreno pidió a los alcaldes a los que convocó a una reunión en el CEN el pasado 15 de marzo, que trabajaran para armar una planilla de unidad, se ve difícil que se pueda llegar a acuerdos, sobre todo porque eso implicaría que Ruth y Arias cedieran espacios reales de poder, como la secretaría general, la secretaría de finanzas o la secretaría de acción electoral. Primero muertos.
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Entre tanto los golpes debajo de la mesa ya comenzaron. La actual dirigencia estatal utilizará todos los recursos a su alcance para evitar que otras planillas disidentes se registren. Revisará con lupa cada documento que presenten los rebeldes con el fin de impedir que haya contienda. El primer paso consistirá en rasurar del padrón a los militantes cuyas firmas respalden a la planilla de Sergio Santibañez, ex delegado federal del IMSS y a Larissa Solórzano, ex presidenta municipal de Pueblo Nuevo. En los próximos días circularán filtraciones de los informes de resultados de las auditorias en curso de los municipios rebeldes y del propio municipio de Pueblo Nuevo. Desde luego, se revivirán viejas notas de prensa con acusaciones que se dieron en su momento en contra de Sergio Santibañez, a su paso como delegado federal.
La columna Yerbamala, del periódico Correo, tal y como ha venido haciendo hasta el momento, tomará partido a favor de Arias, con la difusión de información favorable a la causa de la dupla palomeada por el CEN del PRI. Los rebeldes contestarán filtrando sus propios datos a columnas más prestigiadas y de mayor credibilidad.
Pero el fiel de la balanza sigue siendo Alito. Se ve difícil, pero no imposible que los rebeldes cumplan con los requisitos para registrar su planilla: el apoyo de 3, de los 7 sectores que conforman al PRI; o el respaldo de cuando menos 10 presidentes de comités municipales; o el respaldo de 800 consejeros políticos; o de 900 militantes registrados ante el padrón electoral.
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Si Sergio Santibañez y Larissa pasan la aduana jurídica y procedimental, tendrán que vérselas con Alejandro Moreno y sus tácticas porriles. El diminutivo «Alito», no deriva de una contracción de su nombre de pila, sino a un apodo bien ganado que obtuvo cuando fue líder estudiantil. En aquellos años era llamado cariñosamente como Alejandro el «Vandalito». Con más confianza, cada vez que se necesitaba hacer una movilización, las autoridades educativas campechanas pedían el apoyo de «Alito».
Se avecina una nueva contienda fratricida al interior del PRI. No se trata de una pelea de los buenos, contra los malos. Sino de los malos contra los peores. A estas alturas no se aprecia con claridad, quien es quien.