El cardenal Robert Francis Prevost, de 69 años, ha sido elegido como el nuevo papa de la Iglesia católica, adoptando el nombre de León XIV. La designación ocurrió el 8 de mayo de 2025, tras la conclusión del pontificado de Francisco, y marca un hecho histórico al convertirse en el primer pontífice nacido en Estados Unidos.
Prevost era hasta ahora el prefecto del dicasterio para los Obispos, una de las instituciones más influyentes dentro del Vaticano, y su elección ha sido interpretada como un mensaje de continuidad con la visión reformadora del papa Francisco. La figura de León XIV representa un equilibrio entre la tradición eclesial y una visión pastoral con sensibilidad hacia las periferias sociales y geográficas.
Nacido el 14 de septiembre de 1955 en Chicago, Prevost inició su camino religioso en la Orden de San Agustín, formándose como novicio en San Luis antes de licenciarse en Matemáticas en Filadelfia. Posteriormente, estudió Derecho Canónico en Roma, donde obtuvo también un doctorado, lo que consolidó su formación académica y pastoral.
El nuevo papa inició su misión internacional en Perú en 1985, donde vivió su primera experiencia como misionero. En 1999 regresó a Chicago para asumir el cargo de prior provincial de los agustinos, y luego fue elegido prior general de la orden a nivel mundial. Su regreso a América Latina ocurrió en 2014, cuando el papa Francisco lo nombró administrador apostólico de la diócesis de Chiclayo, en el norte peruano.
A lo largo de su vida eclesiástica, Prevost ha vivido entre Estados Unidos, Europa y América Latina, lo que le ha permitido desarrollar una visión global de la Iglesia. En este sentido, su trayectoria recuerda la del papa Francisco, también formado en una de las “periferias” del catolicismo. En el Vaticano, Prevost ocupó un rol crucial al frente del dicasterio que asesora al papa sobre los nombramientos episcopales en todo el mundo.
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Tras la muerte del papa Francisco, Prevost expresó que aún quedaba “mucho por hacer” en la transformación de la Iglesia, aludiendo a los desafíos estructurales y pastorales que enfrenta la institución. Su elección como León XIV se interpreta como un compromiso con esa agenda reformista, pero desde un tono moderado y conciliador, características por las que es ampliamente reconocido.
Aunque no se conocen ampliamente detalles sobre sus aficiones personales, fuentes cercanas lo describen como una figura afable, cercana a los fieles y con una fuerte vocación formativa, especialmente en la preparación de nuevos sacerdotes. Su experiencia en comunidades rurales y su apertura al diálogo intercontinental han sido fundamentales para su perfil.
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La elección de León XIV no solo rompe un precedente geopolítico al poner por primera vez a un estadounidense en la cátedra de San Pedro, sino que reafirma el camino iniciado por el papa Francisco hacia una Iglesia más inclusiva, cercana a las realidades sociales y centrada en la atención a los márgenes del mundo.
