En los últimos días, miles de personas han reportado haber visto una fila de luces alineadas cruzando lentamente el cielo nocturno. Lejos de tratarse de objetos voladores no identificados, lo que observaron fue un fenómeno generado por Starlink, la red de satélites desarrollada por SpaceX, la empresa aeroespacial del magnate Elon Musk.
El proyecto tiene como objetivo ofrecer Internet satelital de alta velocidad y baja latencia en todo el mundo, especialmente en comunidades rurales o de difícil acceso, donde las opciones de conectividad son escasas o inexistentes.
A diferencia de los satélites tradicionales que operan a miles de kilómetros, los dispositivos de Starlink orbitan a apenas 550 kilómetros de la superficie terrestre, lo que permite una conexión más estable y rápida. Esta cercanía, sin embargo, también los vuelve visibles desde la Tierra, lo que ha causado sorpresa —y en algunos casos confusión— entre la población.
Dos factores explican este fenómeno visual:
Altitud baja: Los satélites se encuentran más cerca de la superficie que los satélites convencionales.
Reflejo solar: Cada satélite está equipado con paneles solares que reflejan la luz del Sol, lo que los hace visibles especialmente durante el amanecer o el atardecer.
Cuando son recién lanzados, los satélites se desplazan en formación, generando un “tren de luces” perfectamente alineado que cruza el cielo en cuestión de minutos. Aunque es un espectáculo que fascina a muchos, también ha generado preocupación en la comunidad científica por su potencial para interferir con las observaciones astronómicas.
Quienes deseen confirmar si lo que vieron fue un satélite de Starlink pueden recurrir a plataformas especializadas como:
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Lanzamientosespaciales.com —en español y con calendario interactivo.
Estas herramientas permiten saber cuándo y desde qué punto geográfico es posible observar la próxima formación de satélites en el cielo.
Con miles de satélites ya en órbita y un plan de expansión que contempla superar los 30,000 dispositivos, Starlink ha revolucionado el acceso global a Internet, pero también ha abierto un nuevo debate sobre la regulación del espacio y la protección del firmamento nocturno.
Mientras la red continúa creciendo, mirar al cielo podría convertirse en una experiencia cada vez más conectada —y más brillante.