jueves, abril 18, 2024

Solo hay un responsable de la seguridad

La seguridad de los ciudadanos, su bienestar y tranquilidad, son responsabilidad de un estado que se ha arrogado el monopolio de la violencia legal y del uso de la fuerza, por principio constitucional, es decir desde la base misma de la organización política de la sociedad.

Afirmar, como lo hace el gobernador de Guanajuato, Diego Sinhue Rodríguez Vallejo, que en su equipo de gobierno habrá un responsable de la seguridad y hace recaer esa responsabilidad en el Secretario de Gobierno, Luis Ernesto Ayala Torres, es una falacia y una simulación.

A fin de cuentas, el único y más alto responsable de la aplicación de una política pública, es el funcionario electo, el que recibe los votos de la población y que hace campaña en búsqueda del respaldo popular ofreciendo soluciones a los problemas de la sociedad.

Si la estrategia de seguridad falla, lo que muy probablemente ocurra, sería infantil pensar que es responsabilidad del secretario de gobierno. Al final del día, la solución que estaría fracasando sería la decidida por el gobernador de hacer responsable a un subordinado de entregar buenas cuentas, sin proporcionarle los medios para ello.

Habría que preguntar: ¿fue Luis Ernesto Ayala el responsable de sugerir la continuidad de Carlos Zamarripa y Alvar Cabeza de Vaca en la Procuraduría de Justicia y la Secretaría de Seguridad? Si fue así, el hecho mismo significa una renuncia a la potestad autónoma del gobernador de elegir a sus encargados de despacho. Si no lo fue, es imposible responsabilizarlo de los resultados de un equipo que él no eligió.

Parece un juego de espejos, un intento de ganar tiempo, una no solución, o lo que es lo mismo: una ausencia de compromiso.

Si la inseguridad sigue, si Zamarripa y Cabeza de Vaca siguen mandándose solos, si la situación sume en una crisis al nuevo gobierno, ¿será una solución pedirle la renuncia a Luis Ernesto Ayala?

Sería un acto suicida, pues se estaría quemando a uno de los mejores cuadros de un gabinete carente de figuras y muy débil de presencias panistas, por un mal diseño, por una solución improvisada solo para disfrazarla de “golpe de timón”, el concepto en el que quedó atrapado Sinhue desde la campaña y que sigue sin cobrar cuerpo a estas alturas.

No es la única debilidad de un gabinete que acrecienta las dudas en casi todos los sectores de la opinión pública de Guanajuato. Resulta llamativo que se haya ratificado a la casi totalidad del gabinete ampliado, una nómina de burócratas vividores y complacientes que no aportaron mucho al gobierno que recién concluyó y que se sacan la lotería de la permanencia al parecer simplemente por un agotamiento del equipo de estrategas dieguistas que ya no tienen de dónde echar mano.

Parece una bocanada de aire fresco la designación en el Instituto de Cultura donde una ratificación hubiese sido una afrenta después de los estériles doce años de Juan Alcocer en ese lugar. Sin embargo, la presencia de la veterana y acreditada gestora cultural que es Adriana Camarena puede verse nulificada si no se le apoya con un crecimiento presupuestal y se le respeta la posibilidad de generar una política cultural integral, algo que sabe y puede hacer perfectamente si le dan espacio, tiempo y autoridad.

De cualquier manera, ese nombramiento no equilibra la cauda de repeticiones, improvisaciones y exportaciones que saturan un gabinete que solo el responsable de integrarlo ve sólido y prometedor; pero que, en contrapartida, ha llenado de dudas a todo Guanajuato.

Está en manos de Diego Sinhue Rodríguez y de sus colaboradores hacernos quedar mal y desmentirnos. Lo lograrán si producen resultados. Estaremos pendientes.

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