A poco más de 100 días de haber asumido la presidencia municipal de Silao, Melani Murillo se encuentra en una posición que muchos envidiarían y otros criticarían con dureza.

Su popularidad es alta, su imagen como figura pública ha crecido gracias a su estilo fresco y cercano en redes sociales, y ha logrado marcar diferencia con una administración que dejó decepción y enojo entre los silaoenses.

Sin embargo, el principal reto de su gobierno sigue sin resolverse de manera tajante: la recolección de basura.

Si hay un tema que ha marcado la agenda de Murillo en estos primeros tres meses es, sin duda, el de la recolección de basura. Un problema que heredó, pero que hasta ahora no ha logrado solucionar de manera contundente.

La inconformidad entre la población sigue creciendo y, aunque se han hecho esfuerzos, la falta de una estrategia efectiva ha impedido que los silaoenses perciban una verdadera mejora. El rezago en la recolección y la gestión de residuos sigue siendo uno de los principales reclamos ciudadanos, y es aquí donde la alcaldesa necesita dar un golpe de autoridad. No bastan comunicados ni promesas; la gente quiere resultados visibles.

A pesar del problema con la basura, Murillo ha tenido aciertos que no se pueden ignorar. La organización del Festival de Muertos y el Festival de Navidad fueron eventos bien recibidos que contribuyeron a la reactivación económica de la ciudad, especialmente para los comerciantes locales.

Estos espacios culturales y de convivencia fortalecen el tejido social y, de paso, refuerzan la imagen de su administración como una que apuesta por el turismo y el esparcimiento.

Otro punto a su favor ha sido su acercamiento con el sector comercial, logrando una reactivación en algunas zonas estratégicas. Esto, sumado a su carisma y capacidad para conectar con la ciudadanía a través de redes sociales, ha generado una percepción positiva de su gobierno, incluso entre quienes no votaron por ella.

Su estilo como “influencer política” le ha permitido construir una imagen fresca y cercana, un elemento que sin duda le ha funcionado para contrarrestar el desgaste natural del poder.

Sin embargo, más allá de la imagen y los eventos bien ejecutados, Murillo enfrenta otro desafío importante: la compleja dinámica política dentro del Ayuntamiento.

La fragmentación y los intereses de diferentes grupos podrían convertirse en un freno para su administración si no logra una estrategia de negociación efectiva. La gobernabilidad dentro del cabildo será clave para que pueda consolidar proyectos importantes y evitar bloqueos innecesarios.

Si bien la calificación de 6.2 no es para presumir, es innegable que es mucho mejor que el desastre que dejó su antecesor, Carlos García Villaseñor.

Comparado con la desastrosa administración anterior, cualquier mejora es bien recibida, pero Murillo necesita dar más que un “mejor que lo malo”.

La gente no quiere solo un gobierno menos malo, quiere un gobierno eficiente y con resultados claros.

La basura sigue siendo su talón de Aquiles y, aunque su imagen le ha permitido mantenerse bien posicionada, los ciudadanos esperan ver un verdadero cambio en temas de infraestructura, seguridad y servicios públicos.

No es suficiente con ser una alcaldesa popular en redes; hace falta que esa popularidad se traduzca en acciones concretas que los silaoenses puedan sentir en su día a día.

Los primeros 100 días han mostrado luces y sombras en su gobierno. El desafío ahora es consolidar los aciertos y corregir los errores antes de que la paciencia ciudadana se agote.

Murillo tiene la oportunidad de hacer historia en Silao, pero para lograrlo necesita demostrar que su gobierno no solo es mejor que el anterior, sino que es realmente bueno.